martes, 20 de febrero de 2007

lunes, 19 de febrero de 2007

Semana del Sol

La asociación Economía Solar (BSW: Bundesverband Solarwirtschaft) convoca a participar en la Semana del Sol del 28 de abril al 6 de mayo de 2007. Se trata de despertar el interés sobre la utilización de la energía solar mediante iniciativas públicas innovadoras practicadas en ciudades y parroquias. Las exposiciones locales estarán apoyadas mediante una exposición central con políticos y personas prominentes.

El éxito de la semana se basa en el apoyo del mayor número posible de participantes diferentes. Por ello están invitados a ella quienes manejan instalaciones solares, municipios, asociaciones, talleres, bancos ... todos los ciudadanos, organizaciones e instituciones interesadas a participar en la Semana del Sol y organizar exposiciones sobre la energía solar.

La asociación federal Economía solar apoya a todos los participantes con materiales profesionales independientes de marcas: carteles, publicaciones y paneles de exposición sobre electricidad y calefacción de origen solar.

Las iniciativas se pueden inscribir en la siguiente página web: www.woche-der-sonne.de/
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domingo, 18 de febrero de 2007

llegada

Son muchas las diferencias entre el país de mi origen y el país donde vivo. En cierto modo, se podría decir que el país del que me fui ya no existe, tal ha sido su crecimiento económico y la cantidad de personas de otros países que se ha instalado en él.

Yo formo parte de los que se han instalado en Alemania. Probablemente, mi caso no es el más típico; me vine siguiendo a una mujer, me quedé a vivir con ella y, finalmente, me separé (o mejor dicho, me separó :-)

Al principio todo es provisional, es una prueba que uno desea superar, que podría, empero, acabar mal, en un regreso precipitado. La prueba consiste en un examen del lugar para contestar la pregunta: ¿me interesa seguir viviendo aquí?.

En mi caso, el resultado de la prueba es evidente: desde entonces han transcurrido diez años, y aquí sigo.

Llegué aquí cargado de prejuicios; mis prejuicios son como una caracola que sobrellevo a todas partes.

Cuando, ya adulto, fui por primera vez a Madrid, iba pensando en la posibilidad de que algún descerebrado nos atacase por llevar matrículas de Barcelona (fuimos con dos furgonetas a montar un stand en la feria del mueble). El recuerdo que tengo de Madrid es muy agradable.

Mis prejuicios sobre Alemania tenían que ver con el holocausto. Me imaginaba que, de alguna forma, habría huellas, signos, o conductas propias de un país capaz de elegir democráticamente un partido como el nacionalsocialista y organizar semejante matanza en Europa.

Y la verdad es que no daba crédito a mis ojos.